Las piñas crecen durante todo el año en climas tropicales. Por lo tanto, no hay una mejor temporada la piña y no hay un mal momento para comerla, ya que se exporta durante todo el año a cualquier parte del mundo. Tanto si te la vas a comer sola como si vas a usarla de guarnición para un o como topping para una ensalada, su color dorado y su sabor fresco suelen ser el complemento perfecto para cualquier plato. Pero, ¿cómo conservarla en condiciones óptimas para que siempre esté lista para comer? En este artículo te contamos cuál es la mejor manera de conservar la piña.
La maduración de la piña
Las piñas son una fruta no climatérica, lo cual significa que el proceso de maduración no sigue adelante después de ser recolectada. Sin embargo, esto no significa que no pueda pudrirse si no se conserva bien, ya que las enzimas que contienen hacen que se puedan pasar rápidamente.
Si no planeas comerte la piña de inmediato, no hay problema en que la dejes sobre la encimera de tu cocina: aguantará durante los próximos dos o tres días, e irá tornándose cada vez más dorada. Pero, para mantenerla fresca, la mejor manera de conservar la piña es guardándola en la nevera de forma correcta.
¿La mejor forma de conservar la piña? Refrigera, congela o deshidrata los trozos de piña el mismo día
El primer paso antes de empezar el proceso de conservación es pelar y cortar la piña. Para ello, usa un cuchillo muy afilado para que la hoja sea no resbale por la dura piel de la piña. Corta la parte superior e inferior, pon la fruta en posición vertical y pasa el cuchillo por los lados, pelando la piel exterior. Si no quitas todos los pequeños ojos marrones la primera vez, quítalos después con un pequeño cuchillo de pelar. Si quieres tu piña en anillos, puedes usar un descorazonador de piñas para eliminar la parte dura del centro.
Una vez pelada y cortada nuestra piña, tenemos diferentes opciones:
Refrigerarla, la mejor forma de conservar la piña y la más sencilla
La piña cortada debe mantenerse refrigerada: de lo contrario, trozos de fruta se oxidarán y comenzarán a ponerse marrones, aunque seguirán siendo perfectamente comestibles. Dentro del frigorífico, durará de dos a cuatro días. Para evitar que se oscurezca, puedes mojar la fruta cortada con zumo de naranja o limón dentro del recipiente hermético donde vayas a guardarla, ya que el ácido ascórbico que contiene es un antioxidante que ayudará a que la piña dure unos días extra.
Congelación: la opción más duradera
Debido a su alta concentración de ácido cítrico, la piña no tiene que ser blanqueada para ser congelada. Coloca los trozos o anillos en bolsas de plástico con cierre, dóblalas sobre sí mismas para expulsar todo el aire y cierra las bolsas. Guárdalas en el congelador y úsalas según sea necesario: solo tendrás que sacar los trozos de la bolsa un rato antes de comer.
Deshidratarla
La piña desecada es otra gran opción para poder aprovechar las propiedades de esta fruta durante mucho tiempo. Puedes utilizarla en ensaladas, para acompañar el yogur o en el muesli de la mañana. Para deshidratar la piña, precalienta el horno a 80º C. Mientras tanto, forra una bandeja con papel de horno o plancha de silicona y coloca los trozos de piña en una sola capa, sin apretarlos.
Se secarán mejor si hay espacio para que el aire caliente circule entre ellos. Déjalos secando en el horno durante ocho horas, volteando los trozos cada hora o así y rotando la bandeja de hornear cada cierto tiempo para que la piña se seque de manera uniforme. Después de que los trozos se enfríen, guárdalos en bolsas o tarros herméticos.